Pero la niña ha cambiado, su belleza se ha marchitado, su sonrisa se ha
borrado. Miles de pensamientos malvados inundaron su cabeza, gracias al destino
que le había tocado. Odio, rabia, miedos, fobias, todas se combinaron, la
alejaron de la realidad y de todos quienes alguna vez la amaron, esa realidad
que le dio la espalda y la condenó a un sufrimiento implacable, interminable.
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