Maravillado
por la luz de luna,
Que
jamás, no se va,
La
piel se revela a solas,
La
vergüenza perdió su elegancia,
Todo
este mutismo entristece,
Entre
risas el tiempo así se siente,
Una
mirada al vacío del cielo,
La
calma de la desesperación es alta.
Lo
Eterno nutrió a las sombras sobre este terreno,
Soñando
con los siglos que han pasado,
Grandes
olmos se alzan solemnes en la hierba,
Arqueados
sobre el oculto mundo de antaño.
En
torno a la escena la luz de la memoria juega,
Y
las hojas muertas susurran los días perdidos,
Anhelando
las figuras y los sonidos que ya no serán.
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